Nada ha
funcionado como planeaste, como querías que fuese. NADA.
Comenzaste
una etapa nueva, totalmente distinta a la que anteriormente habías vivido con
la seguridad que todo iría bien, que a partir de ese momento todo iba a
mejorar.
Poco a poco
te has ido alejando de lo que te gusta, de lo que realmente te hace sentir
única, de las metas que siempre has querido conseguir, del optimismo que
siempre te ha caracterizado, de tus amigos, de tu familia, de esa sonrisa que
siempre se podía encontrar en tu cara....
Aquellos
nuevos propósitos que te hiciste no los has cumplido. Tu fuerza de voluntad se
va debilitando cada vez más y más. "¿Para qué seguir intentándolo?"
es la frase que más se repite en tu mente.
Cuando a lo
largo del tiempo vas en busca de algo y por mucho que lo intentes no lo
consigues, te planteas en dejar de seguir luchando y mandarlo todo a la mierda.
Llegas a
pensar que tu vida siempre será así, como la que tienes ahora y solo consigues
deprimirte más.
"La peor tristeza se oculta tras la más hermosa sonrisa."
"Que
pase lo que tenga que pasar"- te dices a ti misma intentando consolarte.
Realmente no quieres que pase lo que tenga que pasar porque sabes (o al menos
intuyes) que no va a ser muy diferente a tu vida actual, no muy diferente a los
complejos que puedas encontrarte, no muy diferente a la soledad con la que te
encuentras cada noche, a la impotencia de querer y no poder.
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